miércoles, 25 de mayo de 2011

EL CASTILLO DE BURGOS: LOS INHÓSPITOS SENDEROS DEL LUMPEN EN LOS AÑOS 80. POR SARA GARCÍA PÉREZ.



Vienen hoy hasta Blogochentaburgos los recuerdos que Sara García envía en forma de colaboración desde su ubicación actual en León, pero desentrañando los recuerdos de su infancia y juventud como vecina de la calle San Francisco. En ellos Sara refleja lo que era el Parque del Castillo en los años 80; lugar por aquel entonces muy alejado de su estado y visión actual, y mucho más cercano a un inhóspito lugar refugio de lumpen y marginalidad delictiva.

Sara García dijo: Llego por vez primera como colaboradora a este Blog del cual soy incondicional y en el que me lo paso francamente bien. Y lo hago porque acabo de estar en Burgos (mi infancia ochentera se ha desarrollado en la calle San Francisco y allí siguen mis padres) y he subido a hacer fotos con los niños al parque del Castillo. Allí, y gracias a su fabuloso estado actual, me ha dado por recordar lo que era cuando yo tenía 12 o 13 años y observaba sus laderas como un lugar infranqueable y al que tus mayores te decían que no debías ir.

Para empezar era un sitio absolutamente descuidado donde la hierba y los matojos casi podían tapar a un niño. Salvo las zonas ocupadas por los depósitos de agua que tenían un guarda que vivía allí constantemente, y algún que otro paseante de los que vivían en las zonas altas de la ciudad de "toda la vida" y que paseaban por sus senderos como si fuese un terreno que les perteneciese, por el Castillo sólo deambulaban "yonquis" de los que abundaban por culpa de la maldita heroína de los 80, y todo tipo de delincuencia relacionada como: camellos, choricillos, y gitanos que tomaron esa parte de la ciudad para sus trapicheos habituales.

Un panorama desolador que hacía que aquello fuese un lugar inhóspito al que encima no acudía la Policía salvo cuando ocurría alguno de los habituales robos y demás incidentes. Y es que para colmo El Castillo figuraba en las guias turísticas de Burgos como visita recomendada, lo que hacía que lo pobres "guiris" que nos visitaban cayeran como moscas y fueran "desplumados" de cámaras, carteras, y se fueran con un buen susto en el cuerpo.

Los chavales del barrio pese a la prohibición, y quizá por ello, hacíamos incursiones por las laderas de la Camposa y ¡ oh ingenuos ! encontrábamos peligrosas jeringuillas y profilácticos sexuales de todo tipo; cuando no el propio acto primero de la inyección, o el segundo de fecundación. Muchos amigos mios decían haber subido solos hasta las ruinas y contaban fabulosas historias (casi siempre inventadas) de persecuciones y heroicidades adolescentes.

Afortunadamente ya a principios de los 90 la corporación municipal y el inolvidable concejal José Sagredo (que además a muchos nos dio clases de historia) decidió recuperar este magnifico espacio para la ciudad y dotarlo de contenidos y de la inexistente hasta entonces seguridad ciudadana. Si bien es cierto que el cambio entre la población drogodependiente de la heroína por otro tipo de drogas, también hizo bastante en la consecución de un buen final. Hoy escribo ésto después de pasear tranquilamente por allí con mis hijos y, desde la cercana distancia, me vanaglorio del estado de un maravilloso cerro a la falda del cual crecí en plenos años 80. ¡Felicidades por el blog!. Un saludo a todos y a disfrutar del castillo.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo he jugado en el Castillo a policias y ladrones por los años 60 y 70, tan felizmente.